El Camino Olvidado

El Camino de Santiago por la Montaña

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viernes, 17 de febrero de 2012

13ª Etapa: BOÑAR – LA ROBLA (27Kmt.)

Antes de iniciar esta etapa hacemos referencia al museo de la Fauna Salvaje de Valdehuesa que se encuentra a ocho kilómetros de Boñar. Una  fundación que cuenta con mas de ocho mil especies de animales salvajes de los cinco continentes, colocados de la forma mas parecida a su hábitat natural y que harán las delicias de los amantes de la naturaleza, mas información en el  98735461 o en su pagina www. museodelafaunasalvaje.com.                                                                                                                                      
Después de este prologo iniciamos la marcha  saliendo del pueblo por el Soto y  cruzando el puente sobre el rio Porma, para seguir por la izquierda el camino que baja hasta el puente del ferrocarril. Antes de llegar a él es preciso tomar un desvío a la derecha que nos llevará otra vez a la calle del Soto, siguiéndola hasta Barrio de las Ollas donde San Juan Bautista preside su iglesia del S. XII.
Tras pasar la iglesia continuaremos por el camino rural por el que discurre también la ruta de bicis. Al llegar a la carretera caminaremos por ella unos veinticinco metros, para girar a la izquierda tomando otra vez la ruta de las bicis, que una vez más nos sacará a la carretera, siguiéndola hacia la izquierda hasta el desvío por la derecha, que nos llevará a la entrada del casco urbano de Otero de Curueño.
Unas curiosas construcciones de piedra, simulando palomares o algo similar nos causarán admiración ya que son bonitas y sobre todo curiosas.
En Otero podemos ver también su iglesia románica, la cual cuenta con unas tallas de gran belleza, lo mismo que el Palacio de Los Alvarez Acevedo, de estilo Renacentista, una construcción súper-blasonada con siete escudos y adosada al palacio La Torre de Los Tovar.
Si nos hemos acercado a ver el palacio volveremos unos metros atrás para seguir el camino marcado con las balizas de la ruta de bicis que seguiremos hasta salir otra vez a la carretera, siguiéndola hacia la derecha ya muy cerca de La Vecilla de Curueño, este fue un lugar de paso de romanos y peregrinos, que seguian el curso del rio Curueño, aguas arriba hacia el puerto de Vegarada y Asturias, actualmente existen restos de la Vieja Calzada romana pero no del albergue de peregrinos y de la ermita de Sta. María, situados ambos en lo alto del puerto. En esta zona parece que los peregrinos seguían diferentes rutas ya que las leyendas, los grabados en las piedras y los viejos escritos así lo afirman, recordándolo el escritor local D. Gregorio Fernandez Castañon en su libro “Sangre de Roble”.
Antes de entrar en La Vecilla vemos desde lejos un torreón circular, edificio medieval que fue propiedad de los Condes de Luna, el cual más tarde se usó como cárcel y actualmente de Ayuntamiento después de haber sido restaurado. Otro bonito edificio es la iglesia parroquial del S. XVIII dedicada a la Asunción, que cuenta con un bello retablo Barroco. Son famosos en esta la zona los gallos de pluma y que aquí tienen su museo, se emplean para fabricar moscas para la pesca de truchas, que por cierto son abundantes en las bravas aguas del Curueño; para mostrar tanto los gallos como las moscas ya fabricadas se celebra una feria anual en el mes de Marzo.
Aquí podemos encontrar todo tipo de servicios y de artículos, en especial si visitamos Casa Chana.
Cruzamos la Villa siguiendo la Avenida del rio Curueño hasta salir a la carretera que conduce a La Robla. Enseguida llegamos a Campohermoso donde Santiago Apóstol es su patrón y sin abandonar la carretera a seis Kilómetros está Robles de La Valcueva. San Martín ejerce el patronazgo sobre su iglesia, de vistoso campanario donde las cigüeñas anidan año tras año. Tiene también el pueblo una ermita dedicada a Sta. María de Boinas, templo antiguo de lo que dan fe los restos románicos y las figuras esculpidas en sus piedras. Es un espectáculo la procesión que con caballos y pendones acompaña a la Virgen en su procesión anual que se celebra en Agosto.
Seguimos nuestra andadura tres kilómetros mas para llegar a Robledo de Fenar, a la altura de la fuente dejaremos la carretera para tomar a la izquierda un camino asfaltado que nos conduce a la iglesia de San Torcuato, patrón del pueblo, pasamos junto a ella y continuamos hacia Solana de Fenar, aquí el titular de su iglesia es San Cristóbal.
Tomamos de nuevo la carretera hacia la izquierda, la cual nos conducirá a Candanedo de Fenar.
Dejaremos la carretera por la izquierda antes de la plaza de la fuente, para seguir la ruta de las bicis por la Calle Real, pasando junto a la Iglesia de San Miguel, que por cierto, cuenta con un curioso campanario único en esta comarca. Giramos ligeramente a la derecha para salir del pueblo por la calle del Gallo, pasando por la zona deportiva que dejaremos a la derecha pasada la curva en el próximo cruce tomaremos el camino de la derecha, inconfundible en todo su recorrido hasta La Robla, ya que es de color negruzco, por que el firme a sido hecho con escombros de las minas de carbón. Caminamos junto a la vía de FEVE, la cual cruzaremos al cabo de un kilometro, seguimos la ruta negra y al cabo de ochocientos metros llegamos a un cruce, el camino de la derecha lleva a Rabanal, pero nosotros seguiremos de frente hasta llegar a la altura de una explotación ganadera y otro cruce con desvío a Brugos de Fenar, el cual no seguiremos salvo que pensemos pernoctar aquí o precisemos de otros servicios. Otro kilometro más y un abrevadero a la izquierda nos servirá de referencia, a pocos metros hay una bifurcación, tomamos el camino de izquierda el que sigue de frente conduce también a Brugos de Fenar. Avanzamos mil doscientos metros más y tras pasar junto a una caseta verde tomaremos el camino que nace por la derecha siguiéndole por entre depósitos de carbón, saliendo a la carretera frente a automóviles Rafa. Giramos a la izquierda ahora con más seguridad ya que tenemos acera.
Después de la rotonda seguiremos hacia el Barrio de Las Eras, nada mas entrar nos encontraremos con un parque y al fondo una pasarela que nos permite pasar al casco urbano de La Robla, dando por finalizada la 13ª etapa.
La Robla es un importante núcleo industrial ligado al carbón, central térmica y cementera. El trazado del ferrocarril de vía estrecha conocido como El Hullero dio a este pueblo mucha actividad, desde su inauguración halla por el año 1894. Este ferrocarril con su recorrido de 335 kilómetros discurre desde aquí hasta Bilbao, cuyas vías hemos cruzado cantidad de veces en nuestro peregrinar desde la tierra vasca. Para ser trazado este recorrido da la impresión que lo hicieron precisamente siguiendo el recorrido de los primeros peregrinos, pero teniendo nulo respeto por las infraestructuras que aquellos utilizaron, ya que se desmantelaron Calzadas, Puentes, Castillos, Torres, Iglesias y cualquier monumento algo deteriorado que tuviese piedras labradas.
De todas formas quizás no seamos quienes para criticar estos hechos, simplemente damos a conocer unos datos que otros recogieron en diversas publicaciones.
En La Robla su iglesia parroquial esta dedicada a San Roque, donde destaca su esbelto campanario y la vistosidad del conjunto eclesiástico.
Podemos visitar también  la ermita de la Virgen de Celada, una construcción románica emplazada en el lugar donde fue atacado el ejército de Almanzor y se apareció la Virgen para ayudar a los cristianos.
Esta población es importante también en la geografía jacobea ya que es cruce de Caminos: por aquí pasa también el Camino del Salvador; es por eso que cuenta con albergue de peregrinos (construido con fondos del plan E).
Para comer y dormir:
    Brugos de Fenar
           El Henar del Rey                   629561532  987570715
     La Robla
            Albergue de Peregrinos       659093647 ó la policía local 987572430
           Hostal  Ordoñez de Celis      987572342
           Casa Rural El Rincón             629376566   (los ciclistas )
   
Los ciclistas pueden seguir el mismo recorrido

miércoles, 1 de febrero de 2012

Santo Sepulcro: Capilla funeraria jacobea Antes de abandonar Navarra, el Camino de Santiago nos muestra en Torres del Río otra joya arquitectónica del románico

La semana anterior nos deteníamos en esta sección ante el capricho arquitectónico de Eunate, por su condición de templo de planta octogonal. Toda una rareza. Y hoy, como complemento, o como continuidad, creo que es obligado, sacar a la palestra al otro ejemplo de arquitectura octogonal que tenemos en Navarra; se trata del Santo Sepulcro, en Torres del Río.
Dos cosas tienen en común ambos templos: su ubicación jacobea, y su finalidad funeraria. La primera más clara que la segunda.
Eunate, como si de un encanto añadido se tratase, se nos muestra solitario y apartado, como si así quisiese exhibir mejor su octogonalidad; quede acuñada esta palabra si es que no existe. El Santo Sepulcro de Torres del Río, me atrevería a decir que como si de otro encanto añadido se tratase, se oculta entre casas, en el cruce de tres calles, en donde un acusado desnivel del terreno incluso obligó a calzar el terreno para que asentase mejor el ábside. Además, uno de los lados de su octógono ha sido sustituido por un ábside semicircular; su figura es más estilizada que la de Eunate, como quejándose de que al no tener sitio para ensancharse tuvo que ir hacia arriba; y además está coronado por una torre campanil que poco tiene que ver con la actual espadaña que luce Eunate. Toda esta conjunción de cosas le confieren al Santo Sepulcro un aspecto mucho más recargado. Más parece toda una exhibición arquitectónica, ante la que solo cabe la contemplación y el deleite.
para qué Hay que admitir que estamos ante una iglesia caprichosa, se mire por donde se mire. Y estéticamente bella. El arte está a la vista, es algo tangible. Pero luego está la otra cara de la moneda, la de su historia, la que nos fuerza a preguntarnos el ¿desde cuándo?, el ¿para qué?, o el ¿quién?No seré yo quien siente cátedra al respecto cuando los expertos no han llegado a ponerse de acuerdo. Pero por lo menos trataremos de arrojar alguna luz en torno a estas dudas.
Una de las personas que más estudió y profundizó sobre este templo fue el padre Valeriano Ordóñez, jesuita y nacido en esta localidad. Una de las características de este sacerdote era la de su profesionalidad, es decir, su condición de clérigo sabía dejarla al margen a la hora de ser imparcial ante la realidad de las cosas; priorizaba lo que él entendía que era real y veraz, sobre lo que a él le hubiese gustado que fuese. Esto es algo que no se puede decir de muchas de las personas que se dedican a recomponer la historia. Sentada esta premisa, o hecha esta aclaración, hay que decir que el padre Ordóñez era de los que defendían que detrás de los inicios de la iglesia del Santo Sepulcro, quien realmente estuvo fue la orden de los Caballeros del Santo Sepulcro; tras esta afirmación había una extensísima labor de investigación por parte de este jesuita navarro que, de forma muy resumida, la dejó plasmada en el libro La orden del Santo Sepulcro en la Navarra Mayor (Pamplona, 1993).
María Concepción García Gainza en el Catálogo Monumental de Navarra desvela también la existencia de unos documentos del siglo XIV en los que los Caballeros del Santo Sepulcro aparecen como propietarios de esta iglesia. Un detalle importante a tener en cuenta a la hora de contextualizar todo esto es que Torres del Río, y también Los Arcos, víctima de la sentencia arbitral dictada por el rey Luis XI de Francia con la que zanjó, o pretendió zanjar, las disputas entre Juan II de Aragón y Enrique IV de Castilla, quedó anexionada a la corona de Castilla desde 1463 hasta 1753, hecho este que no impidió que los vecinos se siguiesen sintiendo navarros hasta el punto de que siguieron gobernándose por el fuero navarro.
Y otro hecho importante a la hora de contextualizar los orígenes y primeros siglos de esta iglesia, es que dentro de Torres le tocó compartir existencia y fieles con el monasterio benedictino de Santa María de la Redonda. Digo esto porque algunos han querido ver en el monasterio benedictino y en la iglesia del Santo Sepulcro una misma cosa, y es un error que se ha arrastrado con bastante más frecuencia de la permisible; basta rastrear un poco en los viejos legajos para encontrar abundantes documentos que los diferencian claramente, por no hablar de las continuas alusiones a espacios ubicados "entre las tierras de Santa María y las del Sepulcro".
Así pues, esta orden militar, la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro estaba vinculada al priorato de Logroño; y es una de las tres órdenes militares de aquella época (la otras dos fueron la del Templo del Señor y la del Hospital de los Pobres) que se vieron beneficiadas, en 1131, en el testamento del rey Alfonso el Batallador. Es a partir de ese momento, y tal vez como resultado de la necesidad de marcar su territorio, cuando se levanta este templo al estilo románico de ese momento. Se calcula que pudo construirse entre los años 1160 y 1170. Es en este primer instante cuando la denominada teoría sepulcrista (la de los defensores de la vinculación con la Orden del Santo Sepulcro) presenta menos consistencia, a favor de quienes defienden que es el Monasterio de Irache el impulsor de este templo.
¿Y para qué este templo? Al margen de quien lo construyó, parece albergar menos dudas el para qué. Su ubicación en el Camino de Santiago no ofrece muchas dudas, y los abundantes enterramientos hallados en su entorno, vienen a consolidar la idea de capilla funeraria, o sepulcral.
joya del románico Dejando ahora a un lado la historia, todavía bastante difuminada, en la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río hay otro aspecto en el que la duda no tiene cabida, y es el de su valor artístico. Estamos ante una de las principales joyas del románico en Navarra.
Es precisamente el estudio de sus capiteles, por comparación con los que tuvo el claustro de Pamplona, lo que permite situar la construcción de este templo entre 1160 y 1170.
El cuerpo central del edificio, como ya hemos indicado, es de planta octogonal. Y sobre esa planta se alza el edificio exhibiendo tres tramos diferenciados, como si fuese un edificio de tres pisos, para que nos entendamos.
En el piso, o tramo inferior, orientada al sur encontramos la puerta de acceso, con arco adintelado de medio punto. En el tramo intermedio, destacan las ventanas que por el noreste y sureste flanquean al ábside; el resto de los vanos son ciegos. Y el tramo superior exhibe un vano, o ventana, en el centro de cada uno de los lados.
Todo este cuerpo central queda cubierto por un tejado a ocho aguas, sobre el que se apoya en la parte central la torre campanil, o linterna, que viene a ser como el cuerpo central que hemos descrito, pero en pequeño, y también con tres tramos diferenciados, que aparecen cubiertos con un tejado hecho a base de lajas de piedra.
En uno de los lados del octógono se ha añadido el ábside semicircular, que hace el papel de cabecera del templo; y en el lado contrario se alza una torre cilíndrica con su escalera interior, que era para acceder al tejado y a la linterna, y también cubierta con lajas.
El interior es todo un mundo decorativo en el que se entremezclan motivos de la zona, con otros de tendencia árabe, y también bizantina. Llama la atención las pequeñas ventanas abiertas en la cúpula, atípicas del románico, y que solo serían entendibles como elementos de ventilación de una capilla funeraria. Otra cosa que sorprende es el trazado que hacen los nervios en la cúpula, formando una caprichosa estrella de ocho puntas, de clara influencia árabe.
Se podría contar mucho más, pero a riesgo de aburrir a quien no tiene sensibilidad para el arte. Lo mejor es ir, ver, recrearse, disfrutar, interpretar, entender, dejar que las piedras nos cuenten a través del arte. Y Torres, siempre acogedor, invita a ello.

Fuente NoticiasdeNavarra.com

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