viernes, 19 de noviembre de 2010

Una ruta jacobea repleta de sabores

Da igual que usted elija el Camino Francés, el Camino de la Costa o la Vía de la Plata. Emprenda por donde decida su peregrinación a Santiago, lo hará recorriendo unas tierras en las que la historia y la cultura empapan cada pisada. El libro que el pasado miércoles se presentó en Santander -"Las Cocinas del Camino de Santiago" Ediciones Algusto- aúna literatura, fotografía y gastronomía en un intento por plasmar la riqueza culinaria que se reparte a lo largo y ancho de un itinerario que cada año recorren miles de personas en una búsqueda interior que bien merece darse un homenaje en templos donde se mima al comensal.

Llena de orgullo comprobar cómo, de seis restaurantes seleccionados para reflejar “la inmejorable despensa de Cantabria”, dos sean de aquí mismo.  Y así, junto al Nuevo Molino de Puente Arce; el Serbal, de Santander; el Cenador de Amós, de Villaverde de los Pontones; y Los Avellanos, de Tanos; se asoman a las mimadas páginas del libro dos de nuestros mejores exponentes: La Solana, en La Bien Aparecida, con el desbordante embrujo de Nacho Solana al frente; y El Restaurante Plaza, de Laredo,  desde donde Alfonso López divulga las bondades de los productos de la tierra… y del mar.
Ahí queda esa receta de “Ensalada en tres texturas e queso de las Garmillas con anchoas de Rezumar” en las que Alfonso vuelva su creatividad en un plato que juega con texturas del oro blanco ampuerense –curado, semicurado y “helado”- para contrastar con la auténtica reina de la gastronomía pejina: la anchoa del Cantábrico. Una tentación que mereció la atención del selecto equipo de expertos que, entre Aragón,  País Vasco, Navarra, La Rioja, Castilla León, Cantabria, Asturias y Galicia, fueron recopilando un material que excede, con mucho, los planteamientos de un libro de gastronomía al uso.
En la puesta de largo cántabra del libro en el hotel Escuela de “Las Carolinas”, de Santander, el Consejero de Cultura, Turismo y Deportes, Francisco Javier López Marcano, destacó que “el Camino es el acontecimiento que reúne a más personas en Europa, que en esta ruta “la comida ha adquirido un rango mayúsculo” y que este libro es un aval para conseguir la declaración del Camino de la Costa como Patrimonio de la Humanidad.
De vuelta a casa, algunos de los miembros de la editorial “Algusto” optaron por detenerse en Laredo y fueron testigos de una anécdota al hilo del libro y de su popularidad desde que fuese editado allá por el mes de julio. En el mismo comedor, uno de los clientes requirió el plato que Alfonso presenta en la obra  y del que había tenido referencias literarias al ser uno de los compradores del libro. Sin ser peregrino confeso, ya que su viaje era en cuatro ruedas, explicó que se encontraba de paso por nuestra región y que tenía curiosidad por testar en su paladar las bondades que había podido leer en el volumen de 256 páginas. Quedó encantado. Un elogio que llena de satisfacción a un chef que sigue firme en su incursión por la cocina moderna teniendo por bandera los mejores productos de las huertas de la tierra y, por supuesto, de esa mar que, salvo cuando ruge con tanta fiereza, está para comérsela. ¡Enhorabuena!

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